martes, 15 de enero de 2019

Monoticonio


MONOTICONIO

     Estaba preocupada por mi nieta, llevaba dos tardes seguidas sentada a la mesa del salón, adquiriendo Conocimientos. Sus padres habían tenido que trasladarse unos días a NeoMadriz por su trabajo, y la ley era muy estricta con las faltas de asistencia de los Receptores de Conocimiento; reeducaban a los padres sometiéndolos a gravámenes económicos y trabajo comunitario, así que vine a hacerme cargo de ella.
     Mi hija no me había dado ninguna pauta a seguir sobre horarios, comidas, estudios o salidas, lo cual no evitaba que me sintiera preocupada por su dedicación extrema a la adquisición de Conocimientos. Tal vez mi nieta no se había atrevido a pedirme permiso para salir a dar una vuelta. Dejé la novela y fui a sentarme a su lado. Dejó el marcador sobre la tableta, señalando una de las líneas del programa de Conocimiento Naturalístico, se volvió hacia mí y me dedicó una sonrisa. Evalin era una niña encantadora.
     —Hace buena tarde. Deberías salir un rato con tus amigas.
     —Estoy bien, abuela.
     —Has debido adquirir muchos Conocimientos y te mereces un descanso.
     —Descansaré durante la toma alimenticia —respondió tras tomarse unos momentos para reflexionar.
     No insistí. Dejé que continuara adquiriendo conocimientos y volví a coger la novela. Llamaría a mi hija a la noche. Llegado el momento nutricional de media tarde, me dirigí a la sala de alimentación para preparar un zumo de frutas con cacao natural, no me gustaban esas porquerías de los narancacaos que estaban de moda, tenían una apariencia a cera derretida que no me convencía lo más mínimo. Saqué un par de rebanadas de cereal ultranatural y la mermelada desazucarada. Llegó Evalin y se sentó.
     —Seguro que has adquirido un Conocimiento profundo de Naturalística —no pude evitarlo, quería que saliera.
     —Sí, he acabado. Ahora voy a leer un rato.
     —¿Qué vas a leer?
     —“La Torre”. Leí en un blog que es una novela muy interesante y le pedí a papá que me la comprara.
     —Me parece muy bien que leas, pero no puedes pasarte las mañanas en el Espacio de Conocimientos y las tardes en casa adquiriendo más Conocimientos. Evalin, tienes que salir. ¿No quedas nunca con tus amigas?
     Agachó la cabeza y se encogió de hombros.
     —Llámalas.
     Se levantó sin decir nada y abandonó la sala de alimentación. Todos los chavales vivían para su terminal phónico, pero Evalin lo tenía abandonado en la mesa de su habitación. Volvió con su i-phonio.
     —¿Tengo que llamarlas?
     —Claro que sí.
     Con cara de resignación, dio tres toques sobre la pantalla.
     —Clarha no lo coge, abuela —contestó tras contemplar la pantalla durante un rato.
     —Pues llama a otra amiga.
     Repitió el proceso y me acercó el i-phonio.
     —Sula tampoco.
     —¿Son todas tan adquirientes de Conocimientos como tú?
     —Sólo Clarha.
     —Pues llama a una de las otras.
     —No lo cogerá ninguna.
     —¿Por qué?
     —Nunca contestan una llamada.
     —¿Y cómo hacéis para comunicaros si tenéis dudas en algún Conocimiento? Ah, ya. No había caído. Usáis el Guas-ash ese.
     —Abuela, eso ya no se lleva. Ahora usamos Monoticonio.
     —¿Y eso qué es? —el mundo cambiaba demasiado aprisa para mí.
     Tocó un símbolo que parecía una cagada y apareció una cara simiesca.
     —Pues ya estás Monoticoneando a tus amigas, que quiero ver cómo funciona eso.
     Tocó y la pantalla se volvió rosa pálido. En la parte baja había muchos símbolos raros, serían los monoticonios. Pulsó dos veces y apareció un círculo con cuatro flechas apuntándole, seguido de un grupo de monigotes muy juntos. Le dio a enviar.
     —¿Ya está?
     Me mostró la pantalla. Arriba a la izquierda había aparecido una cara de mono con ojos y trenzas azules. Debajo, algo parecido a un par de manos peludas aplaudiendo. La pantalla cambió. Una cabeza de mono rojo con una sonrisa básica, debajo una mano con el pulgar hacia arriba, supuse. Otro cambio, pelo azul y ojos enfadados, debajo un mono sonriente y el símbolo ya conocido del círculo y las flechas.
     —Y todo esto quiere decir —… no me atrevía a aventurar ninguna interpretación sobre aquellos símbolos indescifrables.
     —Que les parece bien que quedemos.
     —Ah. ¿Dónde vais a quedar?
     —Eso es lo que ha preguntado Virghini —iba a preguntarle quién era, pero se adelantó—. Es la de la cara seria.
     Así que todas se habían convertido en monas. Qué divertido. Bajo ningún concepto querría identificarme con uno de esos símbolos. Unos toques de pantalla después, apareció un árbol raquítico y después algo que ascendía y se dividía en dos arqueándose hacia los lados.
     —Ya está. Hemos quedado en el parque, junto a la fuente pequeña.
     Ah, eso era una fuente, y además pequeña. Entonces el árbol raquítico sería un parque descuidado. Demasiado raro para mí. No pensaba usar esa cosa llamada Monoticonio. Hablar con la gente resultaba más sugerente.
     Evalin  se levantó.
     —Voy a cambiarme para salir.
     —Seguro que lo pasáis bien.
     Evalin  se volvió. No la veía feliz.
     —No lo sé.
     —¿Y eso?
     —Se pasarán el rato con el i-phonio.
     —No será así todo el rato, algo hablaréis, ¿o no?
     —No hablamos, no les gusta.
     Me estaba arrepintiendo de haberla animado a salir. No volvería a insistir.
     —¿Entonces no os comunicáis entre vosotras?
     —Bueno, a veces sí, usamos el Monoticonio.
    

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