EL EXPERIMENTO
Miércoles 28 de
Junio del año 65 de la Era Ciudadana
Eran las 6:35. El lugar se encontraba solitario
y falto de vida, como en aquellas antiguas películas bidimensionales de ciencia
ficción apocalíptica. Era mejor así, porque a partir de las 7:00, empezaban a
salir los Ciudadanos de sus casas y sus miradas reflejaban un odio que no
merecía ni me había ganado. Antes salía a las 6:40, pero prefería evitar a ese
individuo tan madrugador de motricidad limitada que casi logró atropellarme al
salir al paso de Ciudadanos, estaba casi seguro de que no fue sin querer, pues dominaba
su vehículo a la perfección. Me asomé con cuidado al paso, no fuera a estar
allí con su silencioso vehículo.
―Saludos Ferdnand.
Me di contra el contenedor morado claro.
―Hola Jaim-he, me has asustado. Estaba
pensando en el ciudadano de motricidad limitada y no te he reconocido. Creo que
intentó atropellarme.
―Seguro que lo hizo a propósito. Salía al
paso de Ciudadanos entre los contenedores y pasó una de las ruedas sobre mi
pie. Ni siquiera se detuvo y al volver la esquina, se giró hacia mí con una
sonrisa como la del holoanuncio de cliningdent. Estuve a punto de denunciarle,
pero estoy cansado. ¿Sabes que necesitan laboradores del sector administrativo
para las nuevas prospecciones del Ártico?
Echamos a andar hacia la parada del
solarbús, no sin antes asegurarnos de que el atropellador no estaba en las
inmediaciones. Íbamos en la misma dirección, hacia el Espacio Administrativo
Central, aunque laborábamos en distintos Espacios.
―Y qué pintas tú en el Ártico, es una
tierra inhóspita.
―Como el barrio en que vivíamos, sólo hace
más frío. Mi pareja sexual y yo no aguantamos más, necesitamos salir de este infierno
antes de que nuestras mentes se quiebren.
El solarbús estaba en la parada. Echamos a
correr y llegamos a tiempo. La conductora nos miró con desprecio. Jaim-he y yo nos
miramos y nos fuimos a sentar en la parte de atrás.
―Saben que no fue culpa nuestra ―susurré.
―Y aún así nos desprecian, han conseguido
que todo nuestro entorno nos odie ―susurró a su vez―. ¿Qué cree ésta que
ocurrió?
―Que no fuimos solidarios, pero no lo
fueron ellos.
Ella, y el resto de los Ciudadanos del
barrio. Era duro que cada persona con la que me cruzaba me mirara como a un
Incumplidor de la Ley y el Orden de grado uno. Las dieciocho paradas que había
hasta nuestro destino nos alejaban del entorno hostil, lo cual era un alivio.
Treinta y cinco minutos bastaban para que todo fuera diferente.
―Aquí estamos a salvo ―dije nada más
apearnos del solarbús.
―Pues yo siento esas miradas de desprecio en
todo momento. No nos lo van a perdonar, y lo de ahora no es nada para lo que
nos espera. ¿Por qué no te vienes con Lovelinda y conmigo al Ártico?
Me detuve. Había acudido a la sede de los
S.L.O. para informarme acerca de la protección que podrían brindarme en un
futuro, y la respuesta no me gustó; no podían hacer nada sin tener pruebas
palpables. El Ártico no sería peor que el barrio.
―Me
encantaría, pero sabes que no tengo a nadie y allí la vida debe ser muy dura.
―Ferdnand, lo he hablado con Lovelinda, y
está de acuerdo en que te vengas con nosotros, con todas las consecuencias.
―Gracias
Jaim-he, eres un buen amigo ―con todas las consecuencias, no podía ser cierto
lo que se me pasó por la cabeza―. ¿Lovelinda te ha dicho ―…no me atrevía a
mencionarlo.
―Fue ella la que lo sugirió. Ferdnand, le
gustas.
La tristeza crónica adquirida a lo largo
del mes desapareció de golpe. Pasar de estar solo a tener un trío sexual, con
lo que me gustaba Lovelinda. ¿Cuántos días a la semana tendría derecho a disfrutar
de sus encantos? Ellos se conocían de más tiempo, tal vez tuviera que
establecer una regla compuesta para calcularlo, ¿o sería mejor crear un
algoritmo?; no se me daban muy bien, debería pedir ayuda a La-Thusa, se le
daban muy bien las Matemáticas Proactivas.
―Acepto ―dije con más emoción de la que
debiera dejar traslucir.
―Te pasaré los formularios, tenemos que
hacer el papeleo la semana que viene.
―De acuerdo ―y dejó de dolerme el recordar
los hechos que comenzaron a gestarse aquel trágico 28 de Abril.
Domingo 30 de
Abril del año 65 de la Era Ciudadana
Era el presidente de la Comunidad de Ciudadanos
del Espacio de Apartamentos Verticales en que vivía. Me habían elegido para el
cargo hacía dos años y nadie quería que lo dejara porque era un Ciudadano metódico,
organizado y capacitado para gestionar la Comunidad de vecinos a las mil
maravillas. Del mismo modo, quería que mis presididos me secundaran con la
misma dedicación, pero no era correspondido en la misma medida. Había convocado
una reunión de vecinos a las 19:45, faltaba un minuto y estaba solo. La
exagerada falta de puntualidad era la penosa cualidad de todo ciudadano
perteneciente a la Confederación de Comunidades de la Península Ibérica.
A las 19:50 llegó Jaim-he, el secretario,
que era casi tan responsable como yo.
—Por la Puerta de las Estrellas, Ferdnand
―comentó al verme―, no tienes buena cara.
—Si llevaras dos días sin dormir estarías
igual.
—¿Tienes insomnio? Mi pharmamédico me
recetó unas pastillas buenísimas; apenas valen cien eurodólares y entran diez.
Te paso una para que pruebes.
—No es eso ―le mostré la imagen en mi
unidad computerizada virtual―. Este documento tiene trescientas setenta y ocho
páginas. Recibí el webi-maily el día 28 por la tarde y he tenido que leerlo enterito
para esta reunión.
—Pero…
estamos a 30. ¡Es imposible que lo hayas leído!
—Es que no he hecho otra cosa desde que lo
recibí.
—¿Tan urgente es?
Entraron varios vecinos. Eran las 20:03, ¡maldita
impuntualidad ibérica, no iba a esperar un minuto más.
—Ciudadanos del bloque número quince de la
calle de la Turuta ―comencé sin esperar a que se hubieran sentado―. Os he
convocado a esta reunión urgente tras recibir este webi-maily —proyecté la holoimagen
bidimensional.
Ministerio de Recursos,
Distribución, Aprovechamiento Material y Reciclado
A la atención de la Comunidad de Ciudadanos
sita en Calle de la Turuta, nº 15.
Estimados Ciudadanos: el señor Ministro Don Rambambú Ilummhinado, agradece
a su comunidad el haberse presentado voluntaria para el programa experimental
“Nuevas Técnicas de Aprovechamiento de Material y Reciclado”. A tal efecto,
recibirán gratuitamente:
a) los nuevos contenedores de
reciclado.
b) el nuevo informe sobre el nuevo
protocolo de reciclado.
c) las nuevas plastibolsas de
reciclado.
d) el nuevo cuestionario de la
evolución de dicho programa, a rellenar por el presidente de la comunidad.
Las fechas del programa experimental voluntario de las Nuevas Técnicas de
Aprovechamiento de Material y Reciclado son las siguientes:
a) El programa comienza el 1 de Mayo y
concluye el 31 del mismo mes.
b) El cuestionario de la evolución del
programa experimental deberá ser enviado al Ministerio de Recursos,
Distribución, Aprovechamiento Material y Reciclado el día 1 de Junio antes de
las 12:00, vía WEBA.
c) Un inspector del Ministerio se
personará en su Comunidad el 2 de Junio para comprobar la evolución positiva de
la nueva normativa experimental.
El Ministerio de Recursos, Distribución, Aprovechamiento Material y
Reciclado les queda muy agradecido por haberse presentado voluntarios.
Atentamente, el Ministro.
Rambambú Ilummhinado
—¿Alguna pregunta al respecto? —intervino
Jaim-he tras haber dejado tiempo suficiente para que leyeran el comunicado.
—¿Nos hemos presentado voluntarios para un
experimento? —¿quién si no Innophio podía pensar algo así?
—Nada más lejos de la realidad —respondí.
—En el Ministerio se han puesto a pensar y
han tenido una ocurrencia ―intervino Ionno―, pero no iban a experimentar en su
barrios residenciales, han elegido a unos pobres Ciudadanos de segunda para
experimentar.
—¡Por la maldita Puerta de las Estrellas!
—Kertan Rocabolo acababa de entrar a las 20:12—. ¿Qué van a experimentar con
nosotros? ¿Cómo? ―no me molesté en responder, señalé la holoimagen.
—Somos voluntarios forzosos para un nuevo
plan de reciclado —aclaró Jaim-he—, ahora ya sabemos por qué esos malditos
contenedores han invadido nuestra acera.
Aparecieron el día anterior a la llegada
del Webi-maily. Ocupaban toda la acera y a duras penas pude salir del portal y
escurrirme por un estrecho corredor zigzagueante que llegaba al asfalto.
—¿Y si nos negamos? —Ionno tenía por costumbre
protestar.
—Hay un párrafo sobre la falta de
cooperación o el sabotaje al experimento: penas de Reinserción Social que van
desde los seis meses a seis años.
—La otra mañana no se podía salir del
portal ―dijo Rocabolo―, entre Torozor y yo fuimos empujando contenedores para
abrir un pasillo. Tardamos más de veinte minutos.
—Yo no habría podido moverlos ―dijo Ionno.
―Los que los desparramaron delante de
nuestro portal deberían ir a Reinserción ―intervino Torozor, ahora que se sentía
un poco protagonista.
—Nos enviarán a nosotros ―dijo Jaim-he―, a
no ser que aceptemos ser voluntarios en su programa experimental.
—El Espacio de Reinserción de NeoMadriz
tiene muy mala fama ―dijo Ionno―. Hay violencia entre los reclusos y los S.L.O.
ni siquiera intervienen, los pharmamédicos carecen de medios, el alimento escasea
y dicen que no pasaría los controles sanitarios.
—Buenas noches, vecinos, sentimos el
retraso ―Lol-lo acababa de entrar, a las 20:16.
—Buenas noches. Estábamos acabando de
cenar —era Lol-la, su pareja sentimental. Pertenecer a la Tercera Edad no les
excusaba para llegar tarde, no laboraban y tenían la jornada entera para ellos.
―Vamos a centrarnos. Activad el Bulutuz de
i-phonios, relophon-is y demás tecno-cachivaches para que os transfiera el
documento ministerial.
Cerré los ojos mientras activaban sus
terminales. Me dolía mirar la pantalla, había pasado demasiado tiempo delante
de ella.
―¿Cómo se activa? ―dijo Lol-la.
—Dejadme vuestra tableta —pidió Jaim-he.
Ellos solos no sabrían activar el bulutuz ni recibir un documento. Eran casi
pre-digitales.
Jaim-he se ocupó de transferir la
información ministerial desde mi unidad computerizada. Volví a cerrar los ojos
aprovechando que necesitarían un tiempo para enterarse de qué iba.
—¡Imposible! Una vez leí un holonoticiario
entero y estuve tres días con cabezón —dijo un sorprendido Rocabolo. No le
imaginaba leyendo algo más complejo que el rótulo de una shop.
—Es demasiada información. ¿Presidente, puedes
resumirlo? —Innophio era incapaz de recordar mi nombre después de llevar dos
años, tres meses y once días en el cargo.
—Está bien —me froté los ojos—, os lo resumo.
Hasta ahora teníamos cuatro contenedores: residuos orgánicos, vidrio, papel y
plástico; el resto había que llevarlo al Clining Point. A partir de mañana, va
a ser un poco más complicado, el color identificativo de los contenedores cambia,
y habrá muchos más. Tendremos contenedores de residuos orgánicos menores,
residuos orgánicos bastos, vidrio blanco, vidrio verde, vidrio marrón, vidrio
azul, otros vidrios, papel, papel plastificado, cartón, plásticos de grosor
inferior a un milímetro, plásticos de grosor superior al milímetro, metales y madera
aglomerada. Para el resto sigue funcionando el Clinig, y atención, si queréis
deshaceros de madera auténtica…
—Eso no nos afecta —me interrumpió
Jaim-he―. ¿Quién puede tener algo así?
—¡Nosotros tenemos un escritorio estilo
Luis XVI que heredé de mi abuela! —soltó una emocionada Lol-la.
—Pero no pensamos reciclarlo —Lol-lo
empezó a mover la cabeza.
—Llegado el caso, hay que llamar al Espacio
Directivo de NeoMadriz para que éste decida su nuevo destino.
—Jamás se la regalaremos al Espacio
Directivo ―dijo Lol-lo.
―Vale una fortuna ―dijo Lol-la. Estaban
empezando a divagar.
—Volviendo al asunto, esta mañana he
recibido las plastibolsas ecológicas que hemos de usar. Un paquete por vecino
—se las di a Jaim-he para que las repartiera.
Empezaron a abrirlas emocionados.
—Tanto color… Es un lío —dijo Lol-lo.
—No pone para qué es cada una —comentó Innophio.
—Deberíamos exigir las bolsas con el
nombre —Rocabolo levantó la voz.
—Sabes que un Ministerio no escucha a los Ciudadanos
—terció Jaim-he.
—Podemos rotular los contenedores —dijo una
emocionada Lol-la.
No sabía por qué insistían, si sabíamos de
sobra que la Administración no escuchaba ni a sus propios laboradores, que eran
los que entendían de su laboración. Así no íbamos a acabar nunca, y el
experimento empezaba al día siguiente. Me armé de paciencia para explicárselo.
—El documento ministerial prohíbe grafitar
los contenedores y eso supone deja fuera de lugar cualquier nombre o símbolo. Lo
que sí podemos usar es un holodocumento con los colores de los contenedores y
las plastibolsas indicando qué hay que echar en cada uno. Voy a prepararlo y
mañana lo coloco en el interior del portal. Os enviaré un I-maily por si
queréis haceros una copia para casa.
—A nosotros nos parece muy bien, ¿verdad,
Lol-lo? —él la miró con arrobo.
—Pues
a mí me parece una locura —intervino Cass-hi—, ¿cómo vamos a tener en el apartamento
tantas bolsas para reciclar? Yo no tengo sitio.
―Catorce bolsas ―puntualicé.
Se hizo el silencio. Tal vez el más vago
de todos había dado en el clavo, pero como empezáramos así, íbamos a tener un problema
serio; acabaríamos en Reinserción. No lograba imaginar algo tan horrible. Tenía
que animarles para que lo hiciéramos bien.
—Tal vez podamos tener en casa un solo
contenedor para el vidrio, y cuando tengamos suficiente vidrio de un color, lo
metemos en su bolsa y lo bajamos a su contenedor.
—Antes no hacía falta embolsar el vidrio,
porque además se rompe según cae. No les imagino separando trozos de plastibolsas
de las esquirlas cortantes del vidrio ―dijo Lol-lo.
—Seguro que ni se lo han planteado
―intervino Torozor―. Vidrio de color azul mezclado con plastibolsas azules.
Podríamos añadir todo que encontremos de color azul. Tengo una cazadora vieja
de ese color… ¿los tejidos dónde se reciclan?
Era una buena pregunta para venir de
alguien como él.
―Lo apuntaré para preguntarlo ―dije.
―No deberíamos hacerle el trabajo al
Ministerio —dijo Rocabolo.
—Deberíamos echar todo en un contenedor
general y en el Espacio de Reciclado tendrán los laboradores necesarios para
separar los diferentes materiales —dijo Ionno. A él le vendría muy bien, era un
vago.
—¡Qué asco! ―dijo Torozor―, yo no
laboraría ahí.
—A nosotros no nos afecta, irían los que
no tienen laboración ―respondió Ionno.
—¿Y qué me decís de los contenedores
nuevos, no caben en la acera aunque quiten los antiguos ―dijo Rocabolo.
—Que retiren todos los contenedores —dijo
Innophio.
Jaim-he y yo nos miramos. Teníamos que
acabar con esa dispersión.
—Decid lo que queráis, pero hay que reciclar
como nos piden ―intervino Jaim-he―, para eso somos voluntarios. Colaboración o
Reinserción.
―Cuando acabe el periodo experimental
―apunté―, recibiremos una inspección a la que hemos de presentar un informe.
Podemos volcar ahí nuestras quejas y sugerencias, como lo del tejido. Eso sí,
vamos a ser evaluados y si cumplimos satisfactoriamente colocarán una
distinción en la fachada de la comunidad.
—Mejor no destacamos, a ver si nos van a
estropear la fachada con un plasticartel horroroso ―rió Kertan.
―Recordad. El incumplimiento de la
normativa supondrá penas de Reinserción, así que vamos a hacerlo lo mejor
posible. Dentro de una semana volveremos a reunirnos para hablar del progreso del
programa experimental. Sed puntuales, por favor.
—¿Alguna pregunta?—intervino Jaim-he.
El silencio fue la mejor respuesta que podíamos
recibir.
Continuará
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