miércoles, 6 de febrero de 2019

El experimento. 1ª parte.


EL EXPERIMENTO

    



Miércoles 28 de Junio del año 65 de la Era Ciudadana



     Eran las 6:35. El lugar se encontraba solitario y falto de vida, como en aquellas antiguas películas bidimensionales de ciencia ficción apocalíptica. Era mejor así, porque a partir de las 7:00, empezaban a salir los Ciudadanos de sus casas y sus miradas reflejaban un odio que no merecía ni me había ganado. Antes salía a las 6:40, pero prefería evitar a ese individuo tan madrugador de motricidad limitada que casi logró atropellarme al salir al paso de Ciudadanos, estaba casi seguro de que no fue sin querer, pues dominaba su vehículo a la perfección. Me asomé con cuidado al paso, no fuera a estar allí con su silencioso vehículo.

     ―Saludos Ferdnand.

     Me di contra el contenedor morado claro.

     ―Hola Jaim-he, me has asustado. Estaba pensando en el ciudadano de motricidad limitada y no te he reconocido. Creo que intentó atropellarme.

     ―Seguro que lo hizo a propósito. Salía al paso de Ciudadanos entre los contenedores y pasó una de las ruedas sobre mi pie. Ni siquiera se detuvo y al volver la esquina, se giró hacia mí con una sonrisa como la del holoanuncio de cliningdent. Estuve a punto de denunciarle, pero estoy cansado. ¿Sabes que necesitan laboradores del sector administrativo para las nuevas prospecciones del Ártico?

     Echamos a andar hacia la parada del solarbús, no sin antes asegurarnos de que el atropellador no estaba en las inmediaciones. Íbamos en la misma dirección, hacia el Espacio Administrativo Central, aunque laborábamos en distintos Espacios.

     ―Y qué pintas tú en el Ártico, es una tierra inhóspita.

     ―Como el barrio en que vivíamos, sólo hace más frío. Mi pareja sexual y yo no aguantamos más, necesitamos salir de este infierno antes de que nuestras mentes se quiebren.

     El solarbús estaba en la parada. Echamos a correr y llegamos a tiempo. La conductora  nos miró con desprecio. Jaim-he y yo nos miramos y nos fuimos a sentar en la parte de atrás.

     ―Saben que no fue culpa nuestra ―susurré.

     ―Y aún así nos desprecian, han conseguido que todo nuestro entorno nos odie ―susurró a su vez―. ¿Qué cree ésta que ocurrió?

     ―Que no fuimos solidarios, pero no lo fueron ellos.

     Ella, y el resto de los Ciudadanos del barrio. Era duro que cada persona con la que me cruzaba me mirara como a un Incumplidor de la Ley y el Orden de grado uno. Las dieciocho paradas que había hasta nuestro destino nos alejaban del entorno hostil, lo cual era un alivio. Treinta y cinco minutos bastaban para que todo fuera diferente.

     ―Aquí estamos a salvo ―dije nada más apearnos del solarbús.

     ―Pues yo siento esas miradas de desprecio en todo momento. No nos lo van a perdonar, y lo de ahora no es nada para lo que nos espera. ¿Por qué no te vienes con Lovelinda y conmigo al Ártico?

     Me detuve. Había acudido a la sede de los S.L.O. para informarme acerca de la protección que podrían brindarme en un futuro, y la respuesta no me gustó; no podían hacer nada sin tener pruebas palpables. El Ártico no sería peor que el barrio.

     ―Me encantaría, pero sabes que no tengo a nadie y allí la vida debe ser muy dura.

     ―Ferdnand, lo he hablado con Lovelinda, y está de acuerdo en que te vengas con nosotros, con todas las consecuencias.

     ―Gracias Jaim-he, eres un buen amigo ―con todas las consecuencias, no podía ser cierto lo que se me pasó por la cabeza―. ¿Lovelinda te ha dicho ―…no me atrevía a mencionarlo.

     ―Fue ella la que lo sugirió. Ferdnand, le gustas.

     La tristeza crónica adquirida a lo largo del mes desapareció de golpe. Pasar de estar solo a tener un trío sexual, con lo que me gustaba Lovelinda. ¿Cuántos días a la semana tendría derecho a disfrutar de sus encantos? Ellos se conocían de más tiempo, tal vez tuviera que establecer una regla compuesta para calcularlo, ¿o sería mejor crear un algoritmo?; no se me daban muy bien, debería pedir ayuda a La-Thusa, se le daban muy bien las Matemáticas Proactivas.

     ―Acepto ―dije con más emoción de la que debiera dejar traslucir.

     ―Te pasaré los formularios, tenemos que hacer el papeleo la semana que viene.

     ―De acuerdo ―y dejó de dolerme el recordar los hechos que comenzaron a gestarse aquel trágico 28 de Abril.  





Domingo 30 de Abril del año 65 de la Era Ciudadana



     Era el presidente de la Comunidad de Ciudadanos del Espacio de Apartamentos Verticales en que vivía. Me habían elegido para el cargo hacía dos años y nadie quería que lo dejara porque era un Ciudadano metódico, organizado y capacitado para gestionar la Comunidad de vecinos a las mil maravillas. Del mismo modo, quería que mis presididos me secundaran con la misma dedicación, pero no era correspondido en la misma medida. Había convocado una reunión de vecinos a las 19:45, faltaba un minuto y estaba solo. La exagerada falta de puntualidad era la penosa cualidad de todo ciudadano perteneciente a la Confederación de Comunidades de la Península Ibérica.

     A las 19:50 llegó Jaim-he, el secretario, que era casi tan responsable como yo.

     —Por la Puerta de las Estrellas, Ferdnand ―comentó al verme―, no tienes buena cara.

     —Si llevaras dos días sin dormir estarías igual.

     —¿Tienes insomnio? Mi pharmamédico me recetó unas pastillas buenísimas; apenas valen cien eurodólares y entran diez. Te paso una para que pruebes.

     —No es eso ―le mostré la imagen en mi unidad computerizada virtual―. Este documento tiene trescientas setenta y ocho páginas. Recibí el webi-maily el día 28 por la tarde y he tenido que leerlo enterito para esta reunión.

     —Pero… estamos a 30. ¡Es imposible que lo hayas leído!

     —Es que no he hecho otra cosa desde que lo recibí.

     —¿Tan urgente es?

     Entraron varios vecinos. Eran las 20:03, ¡maldita impuntualidad ibérica, no iba a esperar un minuto más.

     —Ciudadanos del bloque número quince de la calle de la Turuta ―comencé sin esperar a que se hubieran sentado―. Os he convocado a esta reunión urgente tras recibir este webi-maily —proyecté la holoimagen bidimensional.





Ministerio de Recursos, Distribución, Aprovechamiento Material y Reciclado



A la atención de la Comunidad de Ciudadanos sita en Calle de la Turuta, nº 15.



     Estimados Ciudadanos: el señor Ministro Don Rambambú Ilummhinado, agradece a su comunidad el haberse presentado voluntaria para el programa experimental “Nuevas Técnicas de Aprovechamiento de Material y Reciclado”. A tal efecto, recibirán gratuitamente:

a) los nuevos contenedores de reciclado.

b) el nuevo informe sobre el nuevo protocolo de reciclado.

c) las nuevas plastibolsas de reciclado.

d) el nuevo cuestionario de la evolución de dicho programa, a rellenar por el presidente de la comunidad.

     Las fechas del programa experimental voluntario de las Nuevas Técnicas de Aprovechamiento de Material y Reciclado son las siguientes:

a) El programa comienza el 1 de Mayo y concluye el 31 del mismo mes.

b) El cuestionario de la evolución del programa experimental deberá ser enviado al Ministerio de Recursos, Distribución, Aprovechamiento Material y Reciclado el día 1 de Junio antes de las 12:00, vía WEBA.

c) Un inspector del Ministerio se personará en su Comunidad el 2 de Junio para comprobar la evolución positiva de la nueva normativa experimental.



     El Ministerio de Recursos, Distribución, Aprovechamiento Material y Reciclado les queda muy agradecido por haberse presentado voluntarios.



     Atentamente, el Ministro.

Rambambú Ilummhinado



    

     —¿Alguna pregunta al respecto? —intervino Jaim-he tras haber dejado tiempo suficiente para que leyeran el comunicado.

     —¿Nos hemos presentado voluntarios para un experimento? —¿quién si no Innophio podía pensar algo así?

     —Nada más lejos de la realidad —respondí.

     —En el Ministerio se han puesto a pensar y han tenido una ocurrencia ―intervino Ionno―, pero no iban a experimentar en su barrios residenciales, han elegido a unos pobres Ciudadanos de segunda para experimentar.

     —¡Por la maldita Puerta de las Estrellas! —Kertan Rocabolo acababa de entrar a las 20:12—. ¿Qué van a experimentar con nosotros? ¿Cómo? ―no me molesté en responder, señalé la holoimagen.

     —Somos voluntarios forzosos para un nuevo plan de reciclado —aclaró Jaim-he—, ahora ya sabemos por qué esos malditos contenedores han invadido nuestra acera.

     Aparecieron el día anterior a la llegada del Webi-maily. Ocupaban toda la acera y a duras penas pude salir del portal y escurrirme por un estrecho corredor zigzagueante que llegaba al asfalto.

     —¿Y si nos negamos? —Ionno tenía por costumbre protestar.

     —Hay un párrafo sobre la falta de cooperación o el sabotaje al experimento: penas de Reinserción Social que van desde los seis meses a seis años.

     —La otra mañana no se podía salir del portal ―dijo Rocabolo―, entre Torozor y yo fuimos empujando contenedores para abrir un pasillo. Tardamos más de veinte minutos.

     —Yo no habría podido moverlos ―dijo Ionno.

     ―Los que los desparramaron delante de nuestro portal deberían ir a Reinserción ―intervino Torozor, ahora que se sentía un poco protagonista.

     —Nos enviarán a nosotros ―dijo Jaim-he―, a no ser que aceptemos ser voluntarios en su programa experimental.

     —El Espacio de Reinserción de NeoMadriz tiene muy mala fama ―dijo Ionno―. Hay violencia entre los reclusos y los S.L.O. ni siquiera intervienen, los pharmamédicos carecen de medios, el alimento escasea y dicen que no pasaría los controles sanitarios.

     —Buenas noches, vecinos, sentimos el retraso ―Lol-lo acababa de entrar, a las 20:16.

     —Buenas noches. Estábamos acabando de cenar —era Lol-la, su pareja sentimental. Pertenecer a la Tercera Edad no les excusaba para llegar tarde, no laboraban y tenían la jornada entera para ellos.

     ―Vamos a centrarnos. Activad el Bulutuz de i-phonios, relophon-is y demás tecno-cachivaches para que os transfiera el documento ministerial.

     Cerré los ojos mientras activaban sus terminales. Me dolía mirar la pantalla, había pasado demasiado tiempo delante de ella.

     ―¿Cómo se activa? ―dijo Lol-la.

     —Dejadme vuestra tableta —pidió Jaim-he. Ellos solos no sabrían activar el bulutuz ni recibir un documento. Eran casi pre-digitales.

     Jaim-he se ocupó de transferir la información ministerial desde mi unidad computerizada. Volví a cerrar los ojos aprovechando que necesitarían un tiempo para enterarse de qué iba.

     —¡Imposible! Una vez leí un holonoticiario entero y estuve tres días con cabezón —dijo un sorprendido Rocabolo. No le imaginaba leyendo algo más complejo que el rótulo de una shop.

     —Es demasiada información. ¿Presidente, puedes resumirlo? —Innophio era incapaz de recordar mi nombre después de llevar dos años, tres meses y once días en el cargo.

     —Está bien —me froté los ojos—, os lo resumo. Hasta ahora teníamos cuatro contenedores: residuos orgánicos, vidrio, papel y plástico; el resto había que llevarlo al Clining Point. A partir de mañana, va a ser un poco más complicado, el color identificativo de los contenedores cambia, y habrá muchos más. Tendremos contenedores de residuos orgánicos menores, residuos orgánicos bastos, vidrio blanco, vidrio verde, vidrio marrón, vidrio azul, otros vidrios, papel, papel plastificado, cartón, plásticos de grosor inferior a un milímetro, plásticos de grosor superior al milímetro, metales y madera aglomerada. Para el resto sigue funcionando el Clinig, y atención, si queréis deshaceros de madera auténtica…

     —Eso no nos afecta —me interrumpió Jaim-he―. ¿Quién puede tener algo así?

     —¡Nosotros tenemos un escritorio estilo Luis XVI que heredé de mi abuela! —soltó una emocionada Lol-la.

     —Pero no pensamos reciclarlo —Lol-lo empezó a mover la cabeza.

     —Llegado el caso, hay que llamar al Espacio Directivo de NeoMadriz para que éste decida su nuevo destino.

     —Jamás se la regalaremos al Espacio Directivo ―dijo Lol-lo.

     ―Vale una fortuna ―dijo Lol-la. Estaban empezando a divagar.

     —Volviendo al asunto, esta mañana he recibido las plastibolsas ecológicas que hemos de usar. Un paquete por vecino —se las di a Jaim-he para que las repartiera.

     Empezaron a abrirlas emocionados.

     —Tanto color… Es un lío —dijo Lol-lo.

     —No pone para qué es cada una —comentó Innophio.

     —Deberíamos exigir las bolsas con el nombre —Rocabolo levantó la voz.

     —Sabes que un Ministerio no escucha a los Ciudadanos —terció Jaim-he.

     —Podemos rotular los contenedores —dijo una emocionada Lol-la.

     No sabía por qué insistían, si sabíamos de sobra que la Administración no escuchaba ni a sus propios laboradores, que eran los que entendían de su laboración. Así no íbamos a acabar nunca, y el experimento empezaba al día siguiente. Me armé de paciencia para explicárselo.

     —El documento ministerial prohíbe grafitar los contenedores y eso supone deja fuera de lugar cualquier nombre o símbolo. Lo que sí podemos usar es un holodocumento con los colores de los contenedores y las plastibolsas indicando qué hay que echar en cada uno. Voy a prepararlo y mañana lo coloco en el interior del portal. Os enviaré un I-maily por si queréis haceros una copia para casa.

     —A nosotros nos parece muy bien, ¿verdad, Lol-lo? —él la miró con arrobo.

     —Pues a mí me parece una locura —intervino Cass-hi—, ¿cómo vamos a tener en el apartamento tantas bolsas para reciclar? Yo no tengo sitio.

     ―Catorce bolsas ―puntualicé.

     Se hizo el silencio. Tal vez el más vago de todos había dado en el clavo, pero como empezáramos así, íbamos a tener un problema serio; acabaríamos en Reinserción. No lograba imaginar algo tan horrible. Tenía que animarles para que lo hiciéramos bien.

     —Tal vez podamos tener en casa un solo contenedor para el vidrio, y cuando tengamos suficiente vidrio de un color, lo metemos en su bolsa y lo bajamos a su contenedor.

     —Antes no hacía falta embolsar el vidrio, porque además se rompe según cae. No les imagino separando trozos de plastibolsas de las esquirlas cortantes del vidrio ―dijo Lol-lo.

     —Seguro que ni se lo han planteado ―intervino Torozor―. Vidrio de color azul mezclado con plastibolsas azules. Podríamos añadir todo que encontremos de color azul. Tengo una cazadora vieja de ese color… ¿los tejidos dónde se reciclan?

     Era una buena pregunta para venir de alguien como él.

     ―Lo apuntaré para preguntarlo ―dije.

     ―No deberíamos hacerle el trabajo al Ministerio —dijo Rocabolo.

     —Deberíamos echar todo en un contenedor general y en el Espacio de Reciclado tendrán los laboradores necesarios para separar los diferentes materiales —dijo Ionno. A él le vendría muy bien, era un vago.

     —¡Qué asco! ―dijo Torozor―, yo no laboraría ahí.

     —A nosotros no nos afecta, irían los que no tienen laboración ―respondió Ionno.

     —¿Y qué me decís de los contenedores nuevos, no caben en la acera aunque quiten los antiguos ―dijo Rocabolo.

     —Que retiren todos los contenedores —dijo Innophio.

     Jaim-he y yo nos miramos. Teníamos que acabar con esa dispersión.

     —Decid lo que queráis, pero hay que reciclar como nos piden ―intervino Jaim-he―, para eso somos voluntarios. Colaboración o Reinserción.

     ―Cuando acabe el periodo experimental ―apunté―, recibiremos una inspección a la que hemos de presentar un informe. Podemos volcar ahí nuestras quejas y sugerencias, como lo del tejido. Eso sí, vamos a ser evaluados y si cumplimos satisfactoriamente colocarán una distinción en la fachada de la comunidad.

     —Mejor no destacamos, a ver si nos van a estropear la fachada con un plasticartel horroroso ―rió Kertan.

     ―Recordad. El incumplimiento de la normativa supondrá penas de Reinserción, así que vamos a hacerlo lo mejor posible. Dentro de una semana volveremos a reunirnos para hablar del progreso del programa experimental. Sed puntuales, por favor.

     —¿Alguna pregunta?—intervino Jaim-he.

     El silencio fue la mejor respuesta que podíamos recibir.
Continuará

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