viernes, 15 de julio de 2016

LA TORRE. Alejandro y Elena. Capítulos 12 y 13.



12
La carta
                                    
Mi muy querida Elena:
     Se me hace muy difícil tener que decirte esto, pero no podré ir a verte este domingo. De veras que lo siento. Espero que esta carta llegue a tiempo para que no te quedes preocupada por mi ausencia. El motivo es la pintura de mi tío, esa de la que te hablé. Le corre muchísima prisa, los clientes quieren ver cómo va a quedar su casa y aunque les ha pedido paciencia, no quieren atender a razones. Deben pensar que un pintor da un par de pinceladas y ya está. Si fuera otra persona, le diría que no puedo, pero es mi tío y siempre se ha portado muy bien conmigo.
     Así que ayer, me fui con él a la sierra, al emplazamiento de la futura casa y me dijo cómo iba a ser. Me habló de un montón de detalles. Se había llevado hasta los planos. Hicimos un montón de dibujos. Sí, él también. Y yo, además una acuarela. Cuando volvimos a Segovia, me dejó sus dibujos. Y aquí estoy, comenzado a hacer bocetos. Entre esta obra y el Alcázar que me habían encargado y me comprometí a entregar dentro de dos semanas, me va a ser imposible. Parece que todo el mundo anda con prisas. Ni que se fuera a acabar el mundo.
     Me gustaría poder estar ahí, contigo. Es lo que más desearía en estos momentos. ¿Sabes una cosa? Estoy mirando tu retrato y mientras pienso en ti, me han venido ideas para las pinturas del castillo. Está muy bien, pero por otro lado es horrible. Cuanto más trabajo, parece que tengo más ideas. No voy a poder parar nunca. Estos días le estoy quitando horas al sueño.
     Pues lo que te decía. Se me está ocurriendo hacer el primer cuadro horizontal y muy alargado, algo plácido y tranquilo. El siguiente será menos largo y el otro menos, hasta llegar al cuadrado. A medida que te acercas al final, los formatos se volverán verticales, cada vez más, porque a medida que te acercas al castillo, su aura de misterio te irá envolviendo. Al final resultará inquietante.
     No sé todavía si la idea es buena. Tengo que adaptar los dibujos a esos formatos y pensar en el color. Esa es la idea. Habrá que madurarla.
     Se me ocurren un montón de cosas que contarte, pero como no deje de escribir, no voy a poder echar esta carta al correo, y tiene que llegarte a tiempo.
     Te echo de menos. Recibe el cariño de éste que te quiere y espera poder reunirse contigo lo antes posible. Tuyo,
Alejandro


13
La respuesta

Mi adorado Alejandro:
     Tu carta me llegó el sábado, a tiempo para que no me preocupara. Me causó una honda impresión recibirla, me emocioné. Y luego me apené al saber que no podías venir. La espera se me va a hacer eterna.
     Por aquí todo sigue como siempre, tranquilo. Me aferro a mis pequeñas cosas para ir pasando el tiempo sin que tu ausencia se me haga insoportable. ¿Sabes que la otra mañana, charlando con mi madre como todas las mañanas, me atreví a decirle que tenía novio? Tenía tantas ganas de decírselo y a la vez tanto miedo, no sé por qué. Me costó decidirme. ¿Y te imaginas qué ocurrió? Pues nada. Resultó que no se sorprendió lo más mínimo, es más, diría que ya sabía hasta que eras tú. Si me hubieras visto contándoselo, creo que mis mejillas estaban encendidas.
     Qué más te cuento, pues que en el trabajo estoy entretenida gracias a Vicenta. Se ha convertido en mi mejor amiga. Bueno, mi madre y ella son mis mejores amigas. No sé qué haría sin ellas.
     Después del trabajo me voy a pasear, sola, como ya sabes. Y siempre vuelvo a tiempo para leer un ratito, antes de que se vaya la luz. Empecé “La Divina Comedia”. Al principio me sorprendió su lirismo y creí que me iba a resultar aburrida, pero no ha sido así. Me está gustando mucho, su infierno es de lo más entretenido, dan ganas de poder ir a verlo. Gracias por regalarme el libro.
     Alejandro, tengo tantas ganas de verte que se me ha ocurrido una cosa, si a ti te parece bien, claro. Cuando te aligeres un poco de trabajo y puedas venir, que te quedes unos días. Verás, le he estado dando vueltas y he pensado que como querías pintarme en el bosque (recuerdo el precioso dibujo que me hiciste), que podías aprovechar para hacerlo. Siempre que a ti te parezca bien, claro. No te quiero obligar a nada. He hablado con mi madre y se lo he contado. ¡Y ha dicho que sí! Que ella se lo explicaría a mi padre ¡Y mi padre no ha puesto pegas, está de acuerdo! Puedes venir todo el tiempo que quieras y puedas. Y por supuesto, te alojarás en nuestra casa.
     Por favor, ven. Sabes lo que te quiero. Y te espero impaciente.
     Te mando un beso muy fuerte, 
                                                                              Elena



 

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